Ferdinand Raimund (1790-1836) De orígen muy humilde, su rostro acabó en los billetes de 50 chelines austriacos. Dramaturgo nacional del país centroeuropeo, consiguió la celebridad por criticar y hacer sátira de las costumbres de sus contemporáneos. Pese a tanta risa y tanta mala baba a costa de los (para él) grotescos austriacos, acaba suicidándose por motivos bastante ridículos: le muerde un perro y aterrorizado ante la posibilidad de haber contraído la rabia, acaba con su vida.
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